La dislexia infantil comienza a ser detectable en la etapa de preescolar y persiste durante la infancia, adolescencia e incluso es posible que se mantenga a lo largo de la edad adulta.
Aunque existen perfiles muy variados, suele reconocerse porque los niños con dislexia suelen empezar a hablar bastante tarde, su nivel de comprensión oral y su vocabulario es inferior a la media de los niños de su edad, muchas veces confunden palabras fonéticamente similares y en su escritura intercambian letras gráficamente parecidas (como podrían ser la b y la d, o la p y la q) también presentan aparente falta de atención y concentración.
La falta de concentración se debe a que el niño necesita desempeñar un esfuerzo inmenso en la tarea de leer y escribir, esto provoca que se cansen y empiecen a distraerse y a resistirse a este tipo de tareas.
Por eso es muy importante detectar la dislexia en edades tempranas, porque el niño necesita todo el apoyo y motivación de sus padres y educadores. Comprender y ayudar correctamente al niño a través de herramientas específicas es imprescindible para que puedan desarrollarse e integrarse correctamente compitiendo en igualdad de condiciones.
Atajar el problema de raíz es fundamental puesto que cuanto antes empecemos a trabajarlo, más podremos minimizar su incidencia y consecuencias. Si no se trata a tiempo, a medida que los niños con dislexia van creciendo pueden desarrollar problemas severos de depresión, ansiedad, falta de autoestima y abandono escolar.
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